Trasladamos entrada publicada en el
blog de PsicoJurix
Estos
últimos días los medios de comunicación se han hecho eco de posibles fallos en la
protección de las víctimas de violencia de género. El informe del
Observatorio del CGPJ destaca aspectos mejorables en la valoración y gestión de
riesgo. En un informe anterior ya se había propuesto 13 medidas
para mejorar la protección de las víctimas de violencia de género. Podemos leer que en 14 de los
15 casos de muertes violentas la calificación policial no apreció un peligro
alto. El Informe sobre fallecimientos
por violencia de género con procedimientos judiciales previos en 2014 señala
que incluso en dos de los tres casos en los que la orden de protección estaba
en vigor, el riesgo fue valorado como «bajo» o «no apreciado». Tres de los asesinos tenían antecedentes de agresión a
otras parejas. El informe argumenta que hay que vigilar al agresor después de
cumplida la pena.
El ministro de Justicia ha declarado que hay que mejorar la clasificación del nivel de riesgo en estos casos.
En eldiario.es podíamos leer que Agentes de la Guardia
Civil afirman sufrir “presiones” para bajar los avisos de riesgo en mujeres
maltratadas. Además de la carencia de medios, denuncian una
absoluta falta de formación específica de los agentes responsables de violencia
de género fuera de las ciudades.
En mi opinión profesional es necesario destacar que, obviamente, no es posible predecir la conducta futura de forma
indubitada, y mucho menos una conducta tan compleja como el asesinato de
una mujer por parte de su pareja o ex pareja.
Por otra
parte, hay que tener en cuenta que la
predicción del riesgo está en función de la vulnerabilidad de la
víctima, pero también de la peligrosidad del agresor, y todo ello en un
contexto concreto y específico, relacional y temporal.
Desde mi
punto de vista, centrándome en la
predicción de riesgo policial, que se realiza en el momento de la instrucción
del atestado y utilizando básicamente como fuente principal de información, en la mayoría de los casos, a la
propia víctima, puede resultar parcial, y por tanto no representaría la variedad
e intensidad de conductas que comprenden la violencia de género, teniendo en
cuenta, además, que la mayoría de las víctimas no sabe siquiera qué tipo de
maltrato está sufriendo ni mucho menos la intensidad y peligrosidad del mismo. Por otra parte, las víctimas de malos tratos, han desarrollado unas secuelas y unas características propias, precisamente por haber sufrido dicha situación de forma continuada, y pueden presentar en el momento de la denuncia elevada ansiedad, confusión, sentimientos de culpa, protección hacia sus hijos, miedo, etc. Además muchas de estas mujeres maltratadas llevan años acultando su situación por lo que difilmente van a ofrecer en el momento de interponer la denuncia, una información relevante para valorar de forma efectiva el riesgo al que están expuestas o el riesgo de reincidencia de su maltratador. Aunque esto no quiere decir que no se realice por la policía una valoración urgente e inmediata del risgo, pero hay que reconocer algunas de sus limitaciones.
Es necesario
valorar no solo el riesgo a que está expuesta la víctima si no también el riesgo del
maltratador en cuanto a su intensidad y
la probabilidad de cometer conductas violentas futuras contra su pareja o ex pareja en un
período temporal determinado.
Por otra
parte, se precisa (y así se reclama por los propios agentes y policías con los que
he tenido la oportunidad de coincidir en diversos foros) mayor formación,
especialización y reciclaje profesional en tres aspectos básicos; en primer
lugar, formación en el ámbito de la
violencia de género, como una violencia compleja y diferente a otros tipos
de violencia. En segundo lugar, formación en conocimiento
criminológico de los factores de riesgo concretos y
específicos, empíricamente validados y relacionados con este tipo de violencia;
también, imprescindible, formación específica y de calidad sobre la
aplicación de los protocolos de valoración de riesgo.
Con ello probablemente se minimizaría la subjetividad de
las estimaciones y predicciones y disminuirían los errores de predicción del
tipo falso-negativo, con las consecuencias fatales que ello conlleva.
Como
CONCLUSIÓN, a mayor rigor técnico
(protocolos y técnicas empleadas, formación, reciclaje profesional…) mayor eficacia de la
valoración de riesgo de violencia futura, y todo ésto, probabilísticamente hablando.
@Laura Asensi Pérez