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jueves, 18 de diciembre de 2014

Violencia de Género y Predicción de Riesgo

Trasladamos entrada publicada en el blog de  PsicoJurix


Estos últimos días los medios de comunicación se han hecho eco de posibles fallos en la protección de las víctimas de violencia de género. El  informe del Observatorio del CGPJ destaca aspectos mejorables en la valoración y gestión de riesgo. En un informe anterior ya se había propuesto 13 medidas para mejorar la protección de las víctimas de violencia de género. Podemos leer  que en 14 de los 15 casos de muertes violentas la calificación policial no apreció un peligro alto. El Informe sobre fallecimientos por violencia de género con procedimientos judiciales previos en 2014 señala que incluso en dos de los tres casos en los que la orden de protección estaba en vigor, el riesgo fue valorado como «bajo» o «no apreciado». Tres de los asesinos tenían antecedentes de agresión a otras parejas. El informe argumenta que hay que vigilar al agresor después de cumplida la pena.

El ministro de Justicia ha declarado que hay que mejorar la clasificación del nivel de riesgo en estos casos.

En eldiario.es podíamos leer que Agentes de la Guardia Civil afirman sufrir “presiones” para bajar los avisos de riesgo en mujeres maltratadas. Además de la carencia de medios, denuncian una absoluta falta de formación específica de los agentes responsables de violencia de género fuera de las ciudades
En mi opinión profesional es necesario destacar que, obviamente, no es posible predecir la conducta futura de forma indubitada, y mucho menos una conducta tan compleja  como el asesinato de una mujer por parte de su pareja o ex pareja.

Por otra parte, hay que tener en cuenta que  la predicción del riesgo está en función de la vulnerabilidad de la víctima, pero también de la peligrosidad del agresor, y todo ello en un contexto concreto y específico, relacional y temporal.

Desde mi punto de vista, centrándome en  la predicción de riesgo policial, que se realiza en el momento de la instrucción del atestado y utilizando básicamente como fuente principal de información, en la mayoría de los casos, a la propia  víctima, puede resultar parcial, y por tanto no representaría la variedad e intensidad de conductas que comprenden la violencia de género, teniendo en cuenta, además, que la mayoría de las víctimas no sabe siquiera qué tipo de maltrato está sufriendo ni mucho menos la intensidad y peligrosidad del mismo. Por otra parte, las víctimas de malos tratos, han desarrollado unas secuelas y unas características propias, precisamente por haber sufrido dicha situación de forma continuada, y pueden presentar en el momento de la denuncia elevada ansiedad, confusión, sentimientos de culpa, protección hacia sus hijos, miedo, etc. Además muchas de estas mujeres maltratadas llevan años acultando su situación por lo que difilmente van a ofrecer en el momento de interponer la denuncia, una información relevante para valorar de forma efectiva el riesgo al que están expuestas o el riesgo de reincidencia de su maltratador. Aunque esto no quiere decir que no se realice por la policía una valoración urgente e inmediata del risgo, pero hay que reconocer algunas de sus limitaciones.

Es necesario valorar no solo el riesgo a que está expuesta la víctima si no también el riesgo del maltratador en cuanto a su intensidad y la probabilidad de cometer conductas violentas futuras contra su pareja o ex pareja en un período temporal determinado.
 
Por otra parte, se precisa (y así se reclama por los propios agentes y policías con los que he tenido la oportunidad de coincidir en diversos foros) mayor formación, especialización y reciclaje profesional en tres aspectos básicos; en primer lugar, formación en el ámbito de la violencia de género, como una violencia compleja y diferente a otros tipos de violencia. En segundo lugar,  formación  en conocimiento criminológico  de los factores de riesgo concretos y específicos, empíricamente validados y relacionados con este tipo de violencia; también, imprescindible,  formación específica y de calidad  sobre la aplicación de los protocolos  de valoración de riesgo. 

Con ello probablemente se minimizaría  la subjetividad de las estimaciones y predicciones y disminuirían los errores de predicción del tipo falso-negativo, con las consecuencias fatales que ello conlleva.

Como CONCLUSIÓN,  a mayor rigor técnico (protocolos y técnicas empleadas, formación, reciclaje profesional…) mayor eficacia de la valoración de riesgo de violencia futura, y todo ésto, probabilísticamente hablando.

@Laura Asensi Pérez