Se acaban las vacaciones, y
podemos empezar a sentir ansiedad, debilidad generalizada, estado de ánimo
deprimido, astenia, problemas de insomnio, hastío, tristeza, sentimientos de
incapacidad, déficits de afrontamiento, dificultad para tomar decisiones,
frustración, falta de concentración, irritabilidad, tendencia al
aislamiento, síntomas físicos como dolores musculares, náuseas, problemas
digestivos...
Muchas personas desarrollan una reacción emocional
como la referida que se ha englobado en el ya denominado comúnmente “síndrome postvacacional”. Se
describe como una incapacidad temporal de adaptación al trabajo y a otras
áreas tras la finalización de las
vacaciones. El conjunto de síntomas que engloba este síndrome es amplio y varía
en función de las personas, su vulnerabilidad, su percepción, su estilo
personal y vital, y en función de otras variables contextuales.
Algunas posibles causas del desarrollo del estrés
post-vacacional son, entre las más referidas, el desajuste horario, cambios en
el ritmo diario y en los ciclos, cambios en las comidas, en los períodos de
sueño, en la actividad social y
familiar, mayor flexibilidad en las
rutinas y horarios, períodos amplios de vacaciones, la posibilidad de
realizar actividades gratificantes, etc. A todo ello añadimos el regreso a un
entorno de obligaciones y exigencias y a un cambio brusco de ritmo, condicionado
por las demandas cotidianas que vienen impuestas. Según la psicóloga Leonor
Casalins, el síndrome postvacacional tiene su origen en el cambio de biorritmos
de la vida cotidiana. El fin de las vacaciones supone una alteración del ritmo
(supuestamente placentero) para recuperar nuevamente la rutina, más aburrida y
con las dificultadas habituales.
La sintomatología que caracteriza el denominado
“síndrome post-vacacional” no es duradera, desapareciendo habitualmente en la
primera semana. La adaptación es transitoria, por lo que si el malestar
permaneciera más de 10 días habría que valorar otras causas y es recomendable consultar a un profesional
para analizar la posibilidad de otra problemática diferente referida a situaciones
personales o laborales.
Resulta conveniente la incorporación al trabajo de manera gradual, ya que el rendimiento irá aumentando en pocos días. Si es posible hacer la vuelta al trabajo un día entresemana favorecerá la adaptación psicológica. Es importante retomar la vuelta al trabajo con una actitud positiva, con visión de re-encuentro con la normalidad y nuestra tarea, será nuestra meta en los primeros días sin tratar de alargar este proceso inútilmente.
La
Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria recomienda algunas medidas
para prevenir la aparición del síndrome post-vacacional:
1) Medidas Físicas:
-
Intentar regular los horarios y el reloj biológico los días
previos a iniciar el trabajo.
-
Planificar al menos dos días al final de las vacaciones como
período de adaptación de reincorporación al trabajo.
-
En la medida en que se pueda, incorporarse al trabajo
regulando la intensidad de la actividad.
-
Dormir más días los primeros días de incorporación al
trabajo, con un horario bien regulado.
2) Medidas Psicológicas:
-
Evitar tener la sensación de que las vacaciones son un estado
absolutamente opuesto al período de trabajo, y por tanto uno de placer, y el
otro de malestar y sufrimiento.
-
Intentar organizar y planificar los primeros días, tomar el
control sobre la jornada laboral.
-
Saber que se trata de un malestar propio de los primeros días
y evitar darle demasiada importancia.
-
Evitar tomar una actitud de queja y malestar permanente.
-
Planificar actividades gratificantes en los días laborales,
encontrando espacios y tiempo para las actividades de ocio.
-
Afrontar la vuelta al trabajo como un nuevo período vital en
el que se pueden desarrollar nuevas actividades para el crecimiento personal.
-
Es muy importante que si una persona está afectada por la
vuelta al trabajo, no tome decisiones importantes sobre su futuro laboral.