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jueves, 21 de julio de 2016

Guías de Autoayuda para la Depresión y los Trastornos de Ansiedad

Material muy interesante, de autoayuda, para personas con trastornos leves de ansiedad y/o depresión.

Guias publicadas por el Servicio Andaluz de Salud. Consejería de Salud y Bienestar Social.  Realizadas por un grupo de trabajo de la Unidad de Gestión Clínica Salud Mental. Hospital Regional de Málaga. Se pueden descargar de forma gratuita en la página de la Junta de Andalucia.

Hay dos grupos de guías de autoayuda:  

- Guías de información y consejo
- Guías de actividades



"...en 2011 facultativos de la Unidad de Gestión Clínica de Salud Mental del Hospital Regional de Málaga y del Distrito Sanitario de Málaga elaboraron la Guía de práctica clínica para el tratamiento de la depresión en Atención Primaria. Durante el proceso, el grupo desarrollador detectó la necesidad de disponer de un material de autoayuda complementario para facilitar el abordaje de los trastornos depresivos y de ansiedad en Atención Primaria. De esta manera, surgen las guías de autoayuda que se pueden encontrar en esta página web,
cuyo contenido está basado en una forma de terapia llamada cognitivo-conductual, la modalidad de psicoterapia que, según la evidencia científica, ha demostrado ser más eficaz en el tratamiento de este tipo de patologías."

Según podemos leer en la presentación, "el objetivo más importante de estas guías es que el lector se convierta en un agente activo en su proceso de recuperación, dirigiendo y protagonizando las actuaciones que la investigación científica recomienda para los trastornos mentales leves. Para ello, el contenido de las guías proporciona la información necesaria para que la persona comprenda lo que le ocurre, en un lenguaje claro y sin tecnicismos, e introduce las técnicas necesarias para el adecuado manejo de los principales síntomas depresivos y/o ansiosos"
Este material está dirigido específicamente a personas con trastornos ansiosos y/o depresivos leves, y a sus familiares, que estén interesados/as en aprender acerca de su proceso y de las estrategias que pueden seguir para favorecer su recuperación. También pueden resultar útiles para personas sanas que deseen mejorar algunas habilidades de su vida diaria, potenciando el crecimiento y la maduración personal. Los profesionales sanitarios serían facilitadores del material y proporcionarían apoyo, en este caso la actuación iría más allá de la simple transmisión de información. Estas guías pueden ser contempladas como intervenciones únicas o como complemento al tratamiento facilitado por un terapeuta. 

Si necesitas ayuda, tratamiento o asesoramiento, contacta con nosotros. También puedes visitar nuestra web: Consulta de Psicología - Laura Fátima Asensi



 

miércoles, 18 de mayo de 2016

¿Problemas con la autoestima?



Buscar siempre la aprobación externa puede resultar un arma de doble filo. La clave es aumentar el valor personal ante uno mismo,  no tanto delante de los demás.

 

De pequeños, pocos reciben una educación enfocada al bienestar emocional, y después, de mayores, al carecer de una referencia interna, las personas buscan en los demás un sucedáneo de autoestima que acaba creando más problemas de los que trata de solucionar. Se han escrito muchos libros sobre el tema, se imparten cursos y se llenan consultas de personas que desean mejorar su autoconcepto… pero muchos olvidan que la valía es fruto de la autopercepción y no de lo que digan los demás.

Nuestra cultura occidental ha inventado la necesidad de ser “especial”, para alguien o en algo. Y nosotros hemos comprado ese deseo. ¿Qué ha ocurrido? Quién más, quién menos, construye una idea de sí mismo en positivo o en negativo. Es decir, hay personas que se sienten “mejores” –por encima de los demás– (se aman) y otras que se sienten “peores” –por debajo de los otros– (y se odian).

No sé de dónde salió la idea de que debemos buscar la aprobación externa, el cuento de que, en el caso de obtenerla, podemos sentirnos felices, y en el caso de no obtenerla, hemos de sentirnos desgraciados. El reconocimiento externo es un arma de dos filos: por un lado, puede subir la moral, pero también puede dejar por los suelos el estado de ánimo. Demasiado riesgo, máxime cuando la aprobación o la censura se suele hacer con ligereza.

Alguien dijo: “Dale un premio a un escritor y ya no escribirá nada más de valor”. No siempre es así, por fortuna, pero es verdad que el escritor después de recibir un galardón soporta un estrés adicional, ya que se ve obligado a no defraudar las expectativas de sus lectores y estar a la altura del reconocimiento recibido.


Alguien dijo: “Dale un premio a un escritor y ya no escribirá nada más de valor”. No siempre es así, por fortuna, pero es verdad que el escritor después de recibir un galardón soporta un estrés adicional, ya que se ve obligado a no defraudar las expectativas de sus lectores y estar a la altura del reconocimiento recibido.

Formas de mirarse

Cuando una persona se convierte en buscadora compulsiva de la aprobación externa, entra en su propia trampa y en un ciclo sin fin. Se condena a sí misma, sin saberlo, a ir de cumplido en cumplido, a recabar la aprobación ajena, a necesitar incluso el halago. Ya no es libre, depende de que otros alimenten su necesidad de ser aprobada. Es como un adicto emocional que padece el síndrome de abstinencia. Se podía decir que esa persona pierde el tiempo y la paz mental buscando la felicidad en el lugar equivocado.

Es obvio que no hay nada malo respecto a contar con el beneplácito ajeno. El problema es cuando se necesita y, sobre todo, cuando se confunde el verdadero valor personal con la complacencia externa. Son dos cosas muy diferentes, y cuando se entiende esta gran diferencia, las personas se centran en su valor y no en buscar ser valoradas.

Soledad Pulgar García. Hombre que se mira a sí mismo mirándose

Reforzar la autoestima significa aumentar el valor personal ante uno mismo, pero no delante de nadie. Cualquier palabra que empiece con auto (autoestima, autoconcepto, autoimagen…) tiene que ver con uno mismo y no con los demás. Aun estando claro, parece que se olvida. Llega un momento en la vida en el que tenemos que centrarnos en aclarar la relación con la persona más importante, que no es otro que uno mismo. Si esa relación es sana e intensa, seremos felices; si es insana, seremos infelices.

Tampoco hay que confundir la valoración propia con la arrogancia, que es precisamente la defensa de las personas que tienen poca. Hay dos clases de autoestima falsa: la evaluación que hacen de sí mismos aquellos que se creen mejores que los demás y la que hacen los que se sienten peores que los demás. Ambas percepciones son una visión desajustada del valor intrínseco que cada persona tiene por el simple hecho de ser un ser humano. 

Una vez que creemos en algo, esa creencia suele acompañarnos durante el resto de nuestras vidas, a no ser que la pongamos a prueba. - Dr. Richard Gillett
No hay diferencia, salvo en el signo en las expresiones: “soy el mejor” y “soy el peor”. Ambas expresiones demuestran un desconocimiento del valor real del ser humano, y confunden la comparación externa con la autoevaluación interna. En el fondo reflejan el mismo problema, pero con dos sistemas de compensación diferentes: uno a más y el otro a menos. Fue S. Freud quien decía que esta compensación en realidad es una deformación para poder soportar una autoestima lesionada.

Elevar la autoestima depende de tomar la decisión de que somos valiosos al margen de los resultados que obtengamos, y de recordar siempre esta decisión. No necesitamos pruebas ni resultados. Se trata de una decisión interior que se apoya en uno mismo y no en los demás. La mejor manera de influir en cómo nos perciben los demás es mejorar la forma en que nos vemos a nosotros mismos. Sin duda, eso generará de alguna manera un impacto porque cuando las personas se quieren más, el mundo las quiere más.

Una pequeña diferencia, en más o en menos, del nivel de autoestima de una persona va a marcar una discrepancia dramática en lo que conseguirá de la vida, tanto a nivel personal como profesional. Así, nuestro rendimiento nunca será mayor que la imagen que tenemos de nosotros mismos.

Una persona con autoestima saludable es: sabia sin ser pedante, asertiva sin ser agresiva, poderosa sin necesitar la fuerza, ambiciosa sin ser codiciosa, profunda y no banal, humilde sin ser servil, valiosa sin ser orgullosa. Y lo más importante: deja de compararse con los demás, ya sea en positivo o negativo.

 El secreto es prescindir de autojuzgarse. Es mucho más interesante establecer una relación de amor con el planeta en lugar de mirar de puertas adentro para evaluar si somos dignos o no de amor. Lo que lo cambiaría todo es dejar de autoevaluarse y perseguir conectarse con el resto del mundo.

Del mismo modo que la forma de librarse de los defectos es aumentar las cualidades –ya que aquellos se diluyen en estas–, la mejor forma de no tener que conseguir una buena nota es prescindir de ponerse una, cualquiera que sea.

Imaginemos un mundo donde amarse no fuese una ardua tarea. En ese mundo ideal no se perdería el tiempo y la energía en reparar lo que en realidad no necesita reparación, sino una nueva percepción. En ese nuevo conocimiento de uno mismo, la avería de la autoestima simplemente no sería posible porque el concepto sería irrelevante. En ese mundo ideal, todas las personas se conocerían bien, a nivel esencial, se aceptarían y se respetarían a sí mismas. En esa utopía no se vendería ningún libro o servicio sobre cómo mejorar la percepción que tenemos de nosotros mismos.

Las consecuencias

“El modo en que nos sentimos con respecto a nosotros mismos afecta de forma decisiva a todos los aspectos de nuestra experiencia, desde la manera en que funcionamos en el trabajo, el amor o el sexo, hasta nuestro proceder como padres y las posibilidades que tenemos de progresar en la vida. Nuestras respuestas ante los acontecimientos dependen de quién y qué pensamos que somos. Los dramas de nuestra vida son los reflejos de la visión íntima que poseemos de nosotros mismos. Por tanto, la autoestima es la clave del éxito o del fracaso. También es la clave para comprendernos y comprender a los demás. De todos los juicios a que nos sometemos, ninguno es tan importante como el nuestro propio”.
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Cómo mejorar su autoestima, de Nathaniel Branden.  Fuente: El País

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lunes, 21 de marzo de 2016

10 maneras de tener una buena conversación (vídeo)

Conoce los ingredientes de una gran conversación: la honestidad, la brevedad, claridad y una buena dosis de escucha. En esta charla comparte 10 reglas útiles para tener mejores conversaciones. "Sal fuera, habla con la gente, escucha a la gente," dice. "Y, lo más importante, debes estar preparado para ser sorprendido."

Vale la pena ver el vídeo (tiene subtítulos en español)



Celeste Headlee presenta un programa diario de noticias / entrevistas, "Pensándolo bien", en Georgia Public Broadcasting. Años de experiencia entrevistando, le dan una perspectiva única sobre aquello que se necesita para conseguir una buena conversación.
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martes, 15 de marzo de 2016

EL BURRO Y EL POZO. Una fábula de esperanza y superación ante las dificultades

Había una vez un granjero que tenía un asno muy viejo. Un día, mientras el asno estaba caminando por un prado, pisó sobre unas tablas que estaban en el suelo, se rompieron y el asno cayó al fondo de un pozo abandonado.

Atrapado en el fondo del pozo el asno comenzó a rebuznar muy alto. Casualmente, el granjero oyó los rebuznos y se dirigió al prado para ver qué pasaba. Pensó mucho cuando encontró al asno allí abajo. El asno era excesivamente viejo y ya no podía realizar ningún trabajo en la granja. El granjero decidió que enterraría al viejo asno en el fondo del pozo, ya que no valía la pena sacar al burro puesto que ya no era útil.

Una vez tomada esta decisión, se dirigió a sus vecinos para pedirles que vinieran al prado con sus palas. Cuando empezaron a echar tierra encima del asno, éste se puso aún más inquieto de lo que ya estaba. No sólo estaba atrapado, sino que, además, lo estaban enterrando en el mismo agujero que le había atrapado.

El burro, en un primer momento, triste y desesperado se rindió y se tumbó esperando su final. Pero al estremecerse en llanto, se sacudió y la tierra cayó de su lomo de modo que empezó a cubrir sus patas. Entonces, el asno levantó sus cascos, los agitó, y cuando los volvió a poner sobre el suelo, estaban un poquito más altos de lo que habían estado momentos antes. El burro entonces se sacudía la tierra y daba un paso encima.

Para sorpresa de todos, antes de que el día hubiese acabado, el asno apisonó la última palada de tierra, llegó a la boca del pozo y salió del agujero.

Cada uno de nuestros problemas es un escalón hacia arriba. Podemos salir de los más profundos agujeros si no nos damos por vencidos.


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martes, 5 de enero de 2016

DISTIMIA o Trastorno “casi depresivo”


El Trastono Distímico se define como un tipo de trastorno afectivo, relacionado con el estado de ánimo, similar a una forma de depresión grave, de carácter menos severo pero de mayor cronicidad. Las personas que sufren distimia pueden asimismo experimentar episodios de depresión mayor. Es habitual, en cuanto a su desarrollo, que dure mucho tiempo y que el paciente no pase más de dos meses libre de síntomas. En este sentido, aunque se presenten menos  síntomas, o de menor intensidad que en una depresión mayor, su permanencia en el tiempo resulta muy incómoda y dolorosa, produciendo un gran desgaste en quien la sufre, causando  con mucha frecuencia malestar significativo.


Se puede definir como un estado casi depresivo, probablemente de naturaleza orgánica aunque activado por situaciones de estrés mantenido. Se produce con frecuencia en personas sometidas a tensión continuada o constante, o en personas muy autoexigentes, para las cuales cualquier situación puede convertirse en estresante.

Este trastorno se caracteriza por síntomas tales como cambios de humor, tristeza, decaimiento, irritabilidad, problemas de concentración, sentimientos de vacío, tendencia al aislamiento y altibajos anímicos. 

La distimia es muy engañosa pues puede durar años y no diagnosticarse, pasando desapercibida tanto para quien la sufre como para su entorno, ya que, aunque es muy molesta e incide negativamente en la calidad de vida de la persona que la padece, no siempre limita de forma observable la actividad funcional habitual; En estos pacientes es frecuente, no obstante, la incidencia de desavenencias o problemas familiares, personales, laborales, académicos, etc.

Tiene importancia diagnosticar este trastorno ya que supone problemas personales, compromete la concentración y la capacidad de adaptarse a las demandas propias del medio. Al ser su intensidad más leve que la de una depresión, puede no ser detectada fácilmente por el entorno, pudiendo el paciente presentar una mayor vulnerabilidad para cursar con otros trastornos. Además, los síntomas de la distimia pueden parecerse a los de otros problemas psiquiátricos  por lo que debe consultarse con un especialista para un diagnóstico correcto y un tratamiento adecuado.


En la nueva edición del Manual Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5)  de 2013, el trastorno distímico pasa a la categoría de  Trastorno depresivo persistente (Distimia) [300.4] (F34.1)

Criterios diagnósticos (DSM-5)*

En este trastorno se agrupan el trastorno de depresión mayor crónico y el trastorno distímico del DSM-IV.


A.   Estado de ánimo deprimido durante la mayor parte del día, presente más días que los que está ausente, según se desprende de la información subjetiva o de la observación por parte de otras personas, durante un mínimo de dos años. 
     
Nota: En niños y adolescentes, el estado de ánimo puede ser irritable y la duración ha de ser como mínimo de un año.

B.   Presencia, durante la depresión, de dos (o más) de los síntomas siguientes: 1. Poco apetito o sobrealimentación. 2. Insomnio o hipersomnia. 3. Poca energía o fatiga. 4. Baja autoestima. 5. Falta de concentración o dificultad para tomar decisiones. 6. Sentimientos de desesperanza.

C.   Durante el período de dos años (un año en niños y adolescentes) de la alteración, el individuo nunca ha estado sin los síntomas de los Criterios A y B durante más de dos meses seguidos.

D.  Los criterios para un trastorno de depresión mayor pueden estar continuamente presentes durante dos años.

E.  Nunca ha habido un episodio maníaco o un episodio hipomaníaco, y nunca se han cumplido los criterios para el trastorno ciclotímico.

F.   La alteración no se explica mejor por un trastorno esquizoafectivo persistente, esquizofrenia, trastorno delirante, u otro trastorno especificado o no especificado del espectro de la esquizofrenia y otro trastorno psicótico.

G.  Los síntomas no se pueden atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., una droga, un medicamento) o a otra afección médica (p. ej., hipotiroidismo).

H.  Los síntomas causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento. 

Nota: Como los criterios para un episodio de depresión mayor incluyen cuatro síntomas que no están en la lista de síntomas del trastorno depresivo persistente (distimia), un número muy limitado de individuos tendrán síntomas depresivos que han persistido durante más de dos años pero no cumplirán los criterios para el trastorno depresivo persistente. Si en algún momento durante el episodio actual de la enfermedad se han cumplido todos los criterios para un episodio de depresión mayor, se hará un diagnóstico de trastorno de depresión mayor. De no ser así, está justificado un diagnóstico de otro trastorno depresivo especificado o de un trastorno depresivo no especificado.

Especificar si:

Con ansiedad 
Con características mixtas 
Con características melancólicas 
Con características atípicas 
Con características psicóticas congruentes con el estado de ánimo 
Con características psicóticas no congruentes con el estado de ánimo 
Con inicio en el periparto 

Especificar si:

En remisión parcial 
En remisión total 

Especificar si:

Inicio temprano: Si el inicio es antes de los 21 años.
Inicio tardío: Si el inicio es a partir de los 21 años.

Especificar si (durante la mayor parte de los dos años más recientes del trastorno depresivo persistente):

Con síndrome distímico puro: No se han cumplido todos los criterios para un episodio de depresión mayor al menos en los dos años anteriores.
Con episodio de depresión mayor persistente: Se han cumplido todos los criterios para un episodio de depresión mayor durante los dos años anteriores.
Con episodios intermitentes de depresión mayor, con episodio actual: Actualmente se cumplen todos los criterios para un episodio de depresión mayor, pero ha habido períodos de al menos 8 semanas en por lo menos los dos años anteriores con síntomas por debajo del umbral para un episodio de depresión mayor completo.
Con episodios intermitentes de depresión mayor, sin episodio actual: Actualmente no se cumplen todos los criterios para un episodio de depresión mayor, pero ha habido uno o más episodios de depresión mayor al menos en los dos años anteriores.

Especificar la gravedad actual:

Leve 
Moderado
Grave 


(*) Asociación Americana de Psiquiatría, Guía de consulta de los criterios diagnósticos del DSM 5. Arlington, VA, Asociación Americana de Psiquiatría, 2013
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@Laura Fátima Asensi Pérez

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viernes, 27 de noviembre de 2015

Actuación contra el ciberacoso


El acoso en internet

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua, define acosar como:

«1. Perseguir, sin darle tregua ni reposo, a un animal o a una persona. 2. (…) 3. Perseguir, apremiar, importunar a alguien con molestias o requerimientos».

Y define acoso como: «obtener los  favores sexuales de una persona, cuando quien lo realiza se halla en posición de  superioridad respecto de quien lo sufre.» 

Como consecuencia, el ciberacoso se puede definir como la acción de llevar a cabo “amenazas, hostigamiento, humillación u otro tipo de molestias realizadas por un adulto contra otro adulto por medio de tecnologías telemáticas de comunicación, es decir: Internet, telefonía móvil, correo electrónico, mensajería instantánea, videoconsolas online, etc.”
Según Represa, la línea que separa el acoso del ciberacoso es ya inexistente; todos los conflictos que se inician en el ciberespacio afectan de forma inexorable a la comunidad social y educativa donde el menor se integra. Y las consecuencias sociales, morales, psicológicas, temporales etc., imprevisibles”

Con esta definición, dentro del contexto del mal uso de las nuevas tecnologías, nos encontramos con dos fenómenos que suponen una clara situación de riesgo para los menores y que los tienen como actores: el ciberbullying y el grooming.

  • El ciberbullying es un tipo concreto de ciberacoso aplicado en un contexto en el que únicamente están implicados menores. Se puede definir como una conducta “de acoso entre iguales en el entorno TIC, e incluye actuaciones de chantaje, vejaciones e insultos de niños a otros niños”.
  • El grooming hace referencia a una serie de conductas y acciones deliberadamente emprendidas por un adulto con el objetivo de ganarse la amistad de un menor de edad, creando una conexión emocional con el mismo, “engatusándolo” con el fin de disminuir las inhibiciones del niño y poder abusar de él.

¿Cómo actuar?

En el caso de que se perciba que el menor pueda estar sufriendo una de estas situaciones se recomienda, en primer lugar, escuchar abiertamente y con confianza al niño/a, dejando que exprese todo lo que siente y mostrándole todo el apoyo por parte de su familia.

Una vez al tanto de los hechos, en el caso de que se trate de un caso de ciberbullying, se debe acudir al centro escolar y preguntar a los profesores y tutores si han detectado o pueden pararse a observar si hay algún comportamiento raro que pueda llevar a pensar que está sucediendo la agresión.

Posteriormente, en los casos graves y sobre todo en los de grooming, según el GDT de la Guardia Civil, “una vez los padres tienen conocimiento expreso de la situación, deben denunciarlo ante las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad o autoridades judiciales para iniciar la investigación, identificar al responsable y ponerle a disposición de la Justicia”.

En el caso de ciberbullying,  es básica, principalmente,una actuación coordinada entre la familia y el centro educativo.  Avilés indica que el objetivo central de la actuación es evitar que la víctima siga sufriendo y que cesen los ataques y desaparezcan del medio virtual y presencial las manifestaciones del acoso, lo que no significa que se destruyan las pruebas. 

Avilés señala los pasos a seguir con la víctima cuando reconoce lo que ha sucedido en un primer acercamiento: 
  • Evitar el sentimiento de culpa la culpabilización
  • Mostrar acercamiento emocional y empático 
  • Demostrar confianza 
  • Analizar respuestas anteriores y alternativas posibles 
  • Entrenar el afrontamiento  
  • Poner en marcha y en práctica las decisiones”. 

Todo ello, guiado por un acompañamiento y seguimiento adultos que consigan reforzar los pequeños progresos de autoafirmación por su parte. 

Se trata de minimizar y evitar las consecuencias del ciberbullying en los acosados, que son similares a las que produce el propio bullying presencial y entre otras se manifiestan en:  

  • Menor auto-eficacia social, emocional y académica 
  • Alta ansiedad anticipatoria y estrés 
  • Fobia a la escolarización 
  • Baja autoestima y personalidad insegura 
  • Depresión y hasta ideación suicida 
  • Daños en su personalidad social 
  • Aislamiento y rechazo grupal”.

Es recomendable, asimismo, buscar ayuda profesional y psicológica.


Para saber más:  Guía de actuación contra el ciberacoso. Padresy educadores. Inteco

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jueves, 26 de noviembre de 2015

HABLAR EN PÚBLICO ¿ARTE O TÉCNICA?

Nuevos talleres de Comunicación y mejora de aptitudes de Hablar en Público, individuales y para colectivos.

Dirigidos a profesionales, directivos y estudiantes.

Pídenos información. 


La oratoria es la facultad de hablar o escribir con elocuencia y de modo eficaz para transmitir correctamente mensajes e ideas: el liderazgo y la oratoria están íntimamente relacionados.

No todos somos grandes oradores, pero sí podemos llegar a ser unos oradores capaces y resueltos.

¿Un buen orador se hace o  nace? Ambas cosas. No podemos negar que hay personas con habilidades innatas, pero también es cierto que hablar en público se puede aprender y, como habilidad, es mejorable.

Miedo, ansiedad, inseguridad, inexperiencia, escasas habilidades oratorias, poca conciencia de efectividad,  ausencia de  valoración del resultado, falsas expectativas, recursos limitados, falta de técnica... Cualquiera de estos aspectos puede llevar a que no consigamos un nivel adecuado de comunicación.

Las dificultades o la ansiedad a hablar en público puede surgir ante diferentes situaciones o contextos: realizar una presentación, impartir una conferencia,  reuniones de trabajo, dar clases,  preguntar  a un conferenciante o a un profesor, debatir o dar tu opinión en público, participar en un seminario, etc. Depende de nuestro puesto de trabajo, tendremos que hablar en público en más o en menos ocasiones.

Algunas personas que se enfrentan a exposiciones en público sufren miedo escénico y síntomas característicos de ansiedad, tales como temblor, sudoración, tensión, dificultades para respirar, problemas de concentración, molestias gástricas, tartamudeo, bloqueos, mareos, anticipación ansiosa, miedo a ser evaluado negativamente o miedo a hacer el ridículo. Hay que tener en cuenta que cierto nivel de ansiedad no solo es normal en estas situaciones, sino que incluso puede ser positivo para el rendimiento de nuestro trabajo. Cuando los síntomas sean muy intensos, molestos o limitantes debemos de considerar la opción de buscar ayuda para aprender a manejar y reducir la ansiedad, así como para optimizar nuestra exposición ante el público y, de esta forma, aumentar nuestra autoestima y confianza.

No obstante, en otros casos, hay personas que habitualmente precisan hablar en público por su trabajo o por el desarrollo de sus funciones, y no son del todo conscientes de los resultados obtenidos en sus intervenciones en público, careciendo de técnica, o utilizando recursos inadecuados,  resultando poco eficaz su exposición. En estos casos también es recomendable apoyo y refuerzo de un profesional  que valore, oriente  y paute estrategias para mejorar su nivel de comunicación y oratoria.

Entre otras cuestiones, hay que tener en cuenta la audiencia a quien va dirigida nuestra charla, presentación o exposición, asimismo es importante valorar el propósito la misma,  el contexto y situación, así como nuestras dificultades personales concretas. Hay diferentes técnicas y estrategias que pueden ayudarte a conseguir un discurso convincente. Este tipo de estrategias están dirigidas a la preparación previa, al manejo de la ansiedad y la inseguridad, al control de los pensamientos negativos, a la imagen, al contacto con el público al que va dirigida nuestra exposición y, también, al control y mejora de nuestro principal instrumento de comunicación oral: la voz (ritmo, volumen, pausas, entonación, tono…)

En resumen, hay muchas técnicas y estrategias para mejorar nuestra habilidad para hablar en público de forma más segura y eficaz, y la práctica de las mismas, de forma personalizada y pautada, puede conseguir que seas, como mínimo, un orador capaz y resuelto.

“La única habilidad competitiva a largo plazo es la habilidad para aprender”  Seymour Papert

Laura Fátima Asensi Pérez
Psicóloga Especialista en Psicología Clínica
Psicóloga Forense
Especialista en Psicoterapia (Federación Europea)

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